Me comprometo a Ser Mujer

Mujeres: La “diosa” que sostiene el principio femenino que habitamos nos recuerda a cada instante reconocernos en el espejo de la luna, sus ciclos vitales, que gobierna las mareas de nuestro cuerpo y de nuestra psiquis.

Este flujo constante es el modo de peregrinaje que asume el femenino encarnado.

Aceptar en un cálido abrazo nuestra naturaleza lunar es un acto de conciencia y es, sin lugar a dudas, muestra brújula y protección durante el camino.

Cuando no acompañamos este movimiento permanente y nos detenemos en una resistencia temerosa restringiendo el fluir natural de la energía de nuestro ser, necesariamente tenemos que usar combustible para contrarrestar esta corriente de vida.

La desvitalisación, el agobio, la opacidad, el resecamiento de las ilusiones, la desesperanza, la tristeza... son los intrusos que invaden y socavan nuestra psiquis salvaje creadora y vivificante.

Honrando la energía femenina

martedì 9 aprile 2013

La Doncella de Cristal


La evolución de la Conciencia

El notable analista junguiano Erich Neumann ha realizado una fascinante interpretación de las relaciones entre psicología y mitología. Según su teoría, el paso del matriarcado al patriarcado fue un paso necesario dentro del proceso evolutivo de la conciencia, tanto a nivel cerebral como psicológico. De manera similar, la conciencia individual pasa a través de las mismas etapas arquetípicas de desarrollo que marcaron la historia de la conciencia humana como un todo.
Los primeros tiempos de la humanidad estuvieron gobernados por lo femenino, por la capacidad oceánica, por el pensamiento mágico. Fue la edad dorada del matriarcado, en la que Dios era mujer. Pero la conciencia humana era entonces difusa y necesitaba desarrollarse. La etapa del patriarcado aportó lo concreto, el pensamiento lógico, la razón y la palabra.
Ahora la humanidad está preparada para rescatar lo oceánico y ancestral de su memoria y entrar en otra etapa diferente de la evolución de la conciencia, una era regida por la unión de lo femenino y lo masculino, por el matrimonio sagrado del Dios y la Diosa.

Extraído: "Los rostros de Eva". Arantxa Goñi y María José Älvarez

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