Muchas mujeres a las que la Diosa inicia en su propio cuerpo han explorado el cuerpo de la Diosa en otra mujer, ya sea una mujer real o en sueños. Estas experiencias pueden ser una afirmación muy positiva para que una mujer esté satisfecha de su condición femenina y de estar en el cuerpo de una mujer, pero también pueden provocar
pánico y confusión. El cuerpo de una mujer se convierte en el reflejo del de otra mujer, los límites entre ambos desaparecen y se produce una fusión que abarca la totalidad de ambos cuerpos y auras. Esta fusión puede despertar débiles recuerdos sensoriales de la unión entre madre e hija o ser la primera vez que se experimenta este arquetipo.
La experiencia con otra mujer puede permitir que una mujer que antes mostraba un comportamiento sensual pasivo o reactivo se convierta en una persona sensualmente activa. Ya sea en sueños (donde también debe tenerse en cuenta el significado simbólico) o en una experiencia real, una mujer sólo puede experimentar la personificación de su sexualidad si acepta su capacidad de amar, en lugar de escandalizarse y pensar que es una pecadora y una pervertida y debe reprimir su sensualidad.

Es una invocación de los aspectos sensuales de los arquetipos de Demeter, Perséfone, Hera o Afrodita en la mujer, que ahora pueden estar conscientemente presentes en las relaciones sexuales de una mujer.
Tanto si la relación es con un hombre o con una mujer, estos aspectos pueden personificarse en ella y convertirla en una mujer sensual. El hecho de que no tenga nada que ver con la orientación sexual de la mujer puede provocar confusión, especialmente en el caso de aquellas mujeres que, habiendo sido exclusivamente heterosexuales, se enamoran de una mujer o de la Diosa que hay en una mujer, deciden que son lesbianas, y más tarde, se enamoran de un hombre.
Cuando un hombre y una mujer hacen el amor puede experimentarse un profundo sentimiento de unión; en el acoplamiento físico, en la reunión de los dos sexos, puede experimentarse una intensa sensación de plenitud; también puede llegar a ser una experiencia y un encuentro sagrado.

Este encuentro físico y místico con otro individuo a través de la unión o reunión de dos cuerpos y dos almas conduce a ambos individuos al reino del Misterio; entonces puede producirse la perfecta y total comunión entre ambos.
Cuando se adoraba y respetaba a Afrodita, antes de que ella y su sexualidad fueran profanadas, el hombre que acudía a su templo para participar en un ritual de comunión física, se acercaba a la mujer que representaba ser la encarnación de la Diosa con la esperanza o la certeza de que, a través de ella, podría experimentar a la Diosa. Ella era una sacerdotisa, no una prostituta: una mujer santa y no una pecadora.
En la tradición celta como en el relato de ficción "The Mists of Avalon ", Morgana era la Diosa cuando se acostó con Arturo, quien había demostrado ser digno de participar en el ritual de unión a través del cual un hombre se convertía en rey.
En el patriarcado, la sexualidad y la capacidad de dar a luz de la mujer pertenecen exclusivamente al marido y no a la propia mujer.
La sexualidad inspira miedo y se reprime. En nuestra memoria colectiva, las mujeres sabemos que los castigos contra la sexualidad no reprimida eran la lapidación, la violación y la prostitución forzada.
Por este motivo el miedo suele acompañar a los sentimientos sexuales prohibidos, porque recordamos que el poder de Dios y del hombre reprimieron a la Diosa y la autonomía de las mujeres.
Extraído: Viaje a Avalon.